Una noche de verano en Santa Fe
Tuve la suerte de saludar y tratar con María Helena en la pista de básquetbol del Club Atlético Unión en la ciudad de Santa Fe un sábado a la noche de un verano de 1966 ó 1967.
María Helena se presentó peinada con flequillo, con un vestido blanco enterizo, semi escotado, de una tela finita, tipo tul o seda natural, entallado arriba, tomado en la cintura pero acampanado y con vuelo, con docenas de tablillas finitas, corto pero sin ser minifalda (unos seis dedos sobre las rodillas), y unas piernas seductoras...
No recuerdo bien si fue en 1966 o en 1967, pero sí que al terminar su show, se quedó a charlar tranquilamente tras el escenario. Eran otros tiempos; había respeto, buen trato, tiempo para atender admiradores. En mi caso le conté que era de Goya, Corrientes, que estudiaba en la Universidad Tecnológica Nacional. Ella me contó de sus logros, de sus LP, y cuando llegaron sus asistentes o managers, le tomé sus blancas, finas y tibias manos, abracé su delgado cuerpecillo y le dije: "Suerte en la vida María Helena". Me miró profundamente a los ojos, pasaron unos segundos de silencio, casi eternos, palpables, tangibles... y me dijo muy dulcemente: "Gracias Guiye... gracias... chau... y hasta alguna vez... ¿si?", con una voz aporteñadita.
Hasta hoy quedan sus palabras en mi conciencia y mi deseo de desearle suerte en la vida. Jamás pensé que le deseé suerte en su corta vida.- Me siento mal aún hoy , es como que mi deseo ha sido un mal presagio y nefasto. Es algo que me tiene mal la vez que la recuerdo, es decir, la recuerdo siempre, como si hubiera sido mi prima, mi hermana lejana, mi noviecita de la escuela con esquelitas y fotitos, como si la hubiera mirado en las misas dominicales, o en las matinées del cine de barrio, el chiclets Adams, los chocolatines, o en las quermeses o parques de diversiones. Para mí fué como una estrellita, una estrella fugaz que se me apareció en Santa Fe, brilló un instante y desapareció. Hoy me queda como un agujero negro, un gran Sol que se apagó en el infinito cosmos dejando un hueco en mi pecho, en mi corazón, en mi alma...
Hoy tendríamos la misma edad, 61 años; soy de Octubre del 46 y me dedico a electromecánica, bobinaje de motores eléctricos. Ella se fue y yo estoy aquí, con mi familia. Mi esposa, Haydée Rajoy, es jubilada docente, profesora en Lengua y Literatura, y adora a María Helena tras el tiempo; mi hijo Guillermo Adrián ("Guille") es Ingeniero Analista y Sistemas, nos dio dos nietos: Julián y Lisa; y Carola es Chef Gastronómica, Profesora de Inglés y secretaria ejecutiva en un Sanatorio de Goya; además es bedel en el Instituto Pbro. Manuel Alberti.
Guillermo Codina
Goya (Corrientes), 16 de febrero de 2008